Nace en Lugo hacia el año 832. Siendo muy
joven abandona la casa paterna para vivir como ermitaño en
las montañas del Cebreiro y el Bierzo. Se siente
impulsado por Dios a abandonar su retiro para dedicarse por entero
a la predicación en las comarcas de Galicia y León.
Es en este tiempo cuando, según
la leyenda, tiene lugar el episodio del lobo que devora su
jumento. Conminado por el santo, el fiero animal, como manso
cordero, carga con las alforjas de los libros que siempre acompañaban
a San Froilán en sus correrías apostólicas.
(imagen del libro San Froilán, el lobo y otras historias)
Conoce a San Atilano, monje como él, y ambos comparten el ministerio de la predicación y la tarea de reforma y fundación de muchos monasterios.
El pueblo lo reclama como obispo para la
sede de León. Muy a pesar suyo, fue consagrado como tal cuando
contaba 68 años de edad.
Después de un fructuoso
pontificado, muere en olor de santidad a la edad de 73 años.
El pueblo inmediatamente lo
venera como santo y su fama se extiende por toda la Iglesia.
Es patrono de las diócesis de León y
Lugo, y titular de la parroquia lucense que lleva su nombre.
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